Mónica camina despacito hacia el parque, no tiene prisa porque Oscar sale hasta las seis y le toca esperarlo un ratillo. Sólo para no variar.
Entonces camina con tranquilidad. Por lo menos ya no llueve y anda abrigada, siempre hace más frío después de llover.
En la acera, caminando delante de ella va una chavala joven con una chiquita de la mano, van conversando sobre la abuela. A Mónica le da la impresión de que se dirigen a visitarla. Se pregunta si algún día irá a ser mamá, si su familia ya estará esperando esto de ella. ¿Será por eso que mami estaba haciendo preguntas el domingo? Ay, qué pereza. Espero que no. Ojalá que no.
Encuentra una banca seca –de milagro– y se acomoda a esperar.