domingo, 26 de septiembre de 2010

Mi amor desproporcionado por los animales

Yo no sé de dónde saqué esta afinidad por las mascotas.  En mi familia siempre tuvimos el ocasional perrito o gatito y hasta la pobre lora que se comió el gato; podía ser un zaguatito que de alguna forma nos adoptó o el perrito de raza que alguien no quería más y mami aceptaba en la casa, pero sí fueron varios los animales que iban y venían.

Que yo recuerde tuvimos una poodle standard chocolate llamada Cleo a la que le dejábamos crecer los colochos de la cara; un gatito rayado amarillo al que le pusimos Crucky porque en la cola tenía un quiebre probablemente de una fractura que le soldó mal; una zaguatita que nos adoptó metiéndose de precarista al jardín, Negrita, y creo que después de ella otra zaguatita llamada Canela.  Las dos tuvieron sus tandas de zaguatitos que cuidamos y les conseguimos hogar, lo que ahora no entiendo es cómo nunca nadie las castró.  También tuvimos los clásicos pollitos teñidos del mercado que no duraban mucho y al final una tanda de pollitos color normal que sí duraron y se hicieron gallinas, nadie tenía idea de qué hacer con tanta gallina en el patio y se las regalamos a mi nana.  Después un conejo llamado Chachi que era feliz comiéndose el zacate del patio; Cuzy, la gatita de Valky que quedó a mi cargo temporalmente mientras ella volvía de NYC (todavía estaría esperando).  Y nadie se puede olvidar de Alonso, el salchicha.

Alonso fue particularmente especial para mí y es por él que me enamoré de la raza y ahora tengo a Alicia.  Cuando llegó a la casa yo ya era adolescente y tenía un poco más de conciencia de lo que es una vida -humana o animal-, siempre lo sentí mío aunque fuera de la casa y me encantaba que siempre me buscaba a mí para dormir acurrucadito en mi cama, de todas las camas y sofás de la casa, prefería dormir hecho un colochito en mis pies.

Con Alonso aprendí que los salchichas no tienen noción de su tamaño, ni sospechan que son tan pequeños y por lo tanto son buenos cuidadores y muy protectores del hogar y de su manada.  Son dulces y chineados, tercos pero obedientes y les da temblorina por frio o por emociones fuertes.  Pero lo más importante que me enseñó ese enano orejón fue lo que se siente ganarse el cariño sincero de un animal.


Primero vino Alicia, lo pensé mucho mucho para comprarla y lo que más me frenó fue la misma razón que dejé me frenara para muchas cosas en esa época: la compañía.  Pero un día me decidí y aunque no tuve mucho apoyo más que un: está bien, compráte al perro, pero es responsabilidad tuya y yo no voy a andar limpiando cacas, yo estaba segura de que necesitaba una Alicia de vuelta en mi vida.

Alicia fue un problema desde el día que la traje a la casa, la pobre con sus tratamientos y cosas representó mucho más brete del que calculé.  Como dueña primeriza cometí muchos errores con ella, nadie me enseñó a disciplinar a un perro ni el millón de cosas que necesitan, yo igual me apunté a aprender y aunque sí habría hecho las cosas diferente no me arrepiento.  Mi enana es mi enana y siempre va a ser mi primera mascota, la primer de mi manada y de la que me siento especialmente responsable.

Con Luis todo cambió.  Juntos adoptamos a Oliver, nuestro negrito precioso.  Después vino Lucas, el golden loco que no duró mucho con nosotros porque no le podíamos dar el hogar que se merecía.  Y a Leo lo estábamos buscando desde que Luis y yo empezamos.  Él siempre hablaba de los bassets que han tenido en su casa y de lo dulce de la raza y me sonaba tanto a mí hablando de Alonso que no podía dejarlo con la ilusión guindando.  Como quien no quiere la cosa yo de vez en cuando me metía a ver qué aparecía cuando googleaba basset hound costa rica, hasta que un día me encontré el anuncio de Mónica vendiendo a Leo y sus hermanitos.

Cuando fuimos a conocer a esos orejones fue como el paraíso animal para Luis.  Esas orejitas divinas y hociquitos con aliento de cachorrito lo mataron, cosa más rica.  A Leo lo elegimos casi que inmediatamente pero igual nos quedamos dos horas jugando con los ocho cachorros y los cuatro adultos.  De paso salimos con amigos nuevos sin darnos cuenta.

Hace una semana Mónica nos buscó a todos los que nos dejamos a sus orejones para pedirnos ayuda, resultó que la pareja que se dejó a Emma -originalmente Emma, luego Luna, ahora de nuevo Emma- con un montón de excusas estaban buscando sacarla de la casa y necesitaban que Mónica se la aceptara de vuelta o se la cuidara mientras la lograban vender según ellos en casi lo mismo que les costó.  Con cuatro bassets adultos en la casa la mamá le soltó un rotundo -y comprensible- ni se le ocurra.  Nosotros ofrecimos hacerle de casa cuna a Emma mientras tanto y al día siguiente, sin conocernos ni importarles quiénes somos nos la trajeron  y no volvieron a mostrar ni medio interés en ella.

La pobre Emma tenía dos semanas de estar incubando un parvo-virus y ayer la internamos en el veterinario.  Cuando esta gente se enteró del costo del tratamiento simplemente llamaron a la veterinaria y les aclararon que a ellos no les interesaba la perra, que no son de perros y por ellos la podían poner a dormir.  Se me revolvió el estómago de la falta de corazón.

Y henos aquí con una orejona más en la familia, el conteo va por tres animales y dos humanos.

Para mi familia nosotros somos los locos animaleros, los que se llenan de animales sin pensar en los pelos en los sillones o el piso cubierto de patas de lodo.  Para la familia de Luis más bien somos unos más dentro de una familia de animaleros.  No existe una sola casa de los Chin que no tenga por lo menos una o dos mascotas mínimo, mis suegros se llevan el récord con cinco gatos y una perra.

Para nosotros cuidar a nuestras mascotas es algo natural, además es la mejor práctica de paciencia para cuando tengamos hijos.  Criar perros es muy muy parecido a criar hijos -sospecho-, excepto que los perros nunca dejan de depender de uno y no te expresan en palabras las diferentes formas en que los traumaste, además lo perdonan todo -los perros, no los hijos-.

Yo adoro a mis perros, todas las mañanas les doy los buenos días y me aseguro de que se sientan seguros y queridos, y por las noches los acuesto y cobijo a Alicia porque es muy friolenta, en cambio Leo cae donde sea y no pasa tanto frío.

Yo sé que a estas alturas ya más de uno de uds pensó en lo exagerados con todo, que un perro no es algo ni remotamente parecido a un hijo y que qué vida con esta gente que se refiere a sí mismos como los papás de sus perros.  Es un poco loco aceptar a una tercera en nuestra familia, pero para nosotros darle la espalda simplemente no es una opción, cierto que estuvimos considerando dejárnosla desde que la trajeron, pero seguía siendo una idea con la que soñábamos hasta que de repente las opciones eran adoptarla o dejar que sus dueños la pusieran a dormir por una enfermedad de la que puede salir adelante y que no representa mayor problema.  Si su calidad de vida se hubiera visto afectada por esta enfermedad lo habría entendido, pero para no pagar la cuenta del veterinario no es excusa y me parece desalmado.

Lo vacilón es que nosotros adoramos a nuestras mascotas, pero dentro del mundo de los amantes de los animales somos unos tibios, no andamos recogiendo perros de la calle y nuestros perros son de raza en lugar de un zaguatito adoptado de un refugio (mal visto), no estamos haciendo de casa cuna para perros rescatados y no participamos de ferias de adopción.  Eso sí es compromiso con la causa.  Nosotros nada más somos de esas personas que disfrutamos de la compañía de un perrito o dos -o tres-.

Y es que qué rico que echarse un sueñito de domingo acurrucados con los perritos, reírnos de sus babosadas, enamorarse de esas carillas cuando vienen a buscar cariño y el orgullo cuando aprenden a portarse bien porque tuvimos la paciencia de enseñarles.

A veces me preguntan que vamos a hacer cuando tengamos hijos.  Pues cuando tengamos hijos les voy a enseñar a respetar y cuidar a los animales y que son parte de la familia, que este planeta es de ellos también y nosotros les invadimos su habitat y los cruzamos para crear razas y convertirlas en nuestras mascotas, lo mínimo que podemos hacer es darles un buen hogar y una familia.

Ahora nada más toca esperar que Emma salga de esta y vuelva a la casa para chinearla, Leo pasó todo el día ayer lloriqueando porque le hace falta su hermanita y a nosotros nos tiene preocupados.  Pero tenemos mucha fe porque la vet dijo que la llevamos a tiempo y que los síntomas no eran tan fuertes.  ¡Vamos, Emma!

'nas noches,

m.

2 comentarios:

  1. Hola Meme, buena nota.
    Yo tenia un perrito, le puse Ozzy (Por Ozzy Osborne), era medio zaguatillo, no se que se hizo. Luego Crucky el gato, por Motely Crue... Ni idea de que se hizo. A Cleo, un dia que vovli a la casa, ya no viviamos alli me parece, se me paro encima de mi pantalon blanco con las patas llenas de barro y la regañe toda, se fue de la casa y la atropellaron en la esquina, cuando la llegamos a ver, ya le habian robado la cadena!

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  2. Me encanto todo lo que escribiste y me encanta que tanto tu como Luis sean ahora mis amigos y parte de mi vida... les agradezco montones como han sido con los orejones, por darle una segunda oportunidad a Emma, por ser super extremadamente lindos con nosotros (Juande, Bobby, Vale, Kyra y Niko)
    El amor que se tiene por un perro o cualquier animalito es demasiado grande, yo soy una que doy todo y mas por mis 4 orejones, amores de mi vida, siento que los que amamos los animales somos super afortunados,porque recibimos montones y mucho mas de lo que nosotros mismos les damos a ellos.
    Yo al igual que uds no tengo hijos, y no puedo comparar el amor, pero lo unico que se es que el amor mio hacia mis orejones es infinito y en momentos no tengo las palabras para poder expresarlo... simplemente los amo y sin ellos no se como seria mi vida.

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