sábado, 18 de febrero de 2012

La insoportable mundaneidad de mi ser

El domingo amanezco en San Pedro, el día pasa vagabundo, en estas épocas mis días libres tienen un precio y vagabundearlo es un lujo que extraño. Jime me invita a cenar a la casa, qué varas, había estado pensando en ella desde el sábado en la mañana cuando me cancelaron de último momento los planes para el domingo. 

Me gusta visitarla, Jime y Alex cocinan demasiado rico y las conversaciones siempre son interesantes -esos Chavarría que cocinan maravillas como si fuera lo más sencillo de mundo-. Es un hecho que de ahí salgo con algo nuevo aprendido, no siempre lo que Jime cree o espera, pero tengo quince años de estar aprendiendo de y con ella.

Jime me pregunta cómo ando, pero ella sabe. No sé por qué me extraña que se me note que llevo un par de semanas de mal humor y raspando energía del fondo de la olla. Yo creyéndome que me había hecho experta disimulando y pos no. ¿Qué dice eso del resto del mundo?

Camino a la parada de bus el taxista básicamente me ruega que lo deje llevarme hasta Alajuela, tiene una hija internada en el Hospital de Niños y un viajecito largo es lo que le falta para ajustar el resto de los ¢400mil que lleva un mes juntando, el pobre tiene cara de que le caería bien irse a dormir temprano. Y les juro que me quedo deseando poder sacar los ¢12mil de algún lado, me habría caído bien poder hacerme un puño en el taxi y no tener que decir una palabra hasta llegar a la casa. Me siento como un perro cuando la realidad no me deja y sólo le puedo arrimar un rojito extra al pago. 

Igual llego rápido a la casa, con todo y que la parada estaba rodeada de antimotines por un montón de idiotas que venían del clásico con ganas de armar pleito. Nunca me sentí tan sitiada y pensé en Siria y en tanto despelote ahorita y reputié al tico por no apreciar y por dejado. Domingo a esas horas, en 35 minutos ya estoy quitándome los zapatos y colapsando en mi cama con la panza llena y el corazón no precisamente contento pero con la idea de que a lo mejor mañana. Me quedo pensando en el taxista y desde acá le deseo suerte, los problemas ajenos se convierten en habladas que oímos todos los días, pero son un mundo para el que los anda encima, me dolió su angustia. Necesito piel más gruesa.

Llega el lunes y es una desgracia de día con un par de breaks. El primero cuando María me agradece por el sábado con Sofi, me dice que ella la pasó bien y ya el domingo se quería venir otra vez a visitarme. Mmmmm, ese tibio en el corazón, si supiera lo feliz que me hizo tenerla acá. El segundo: volver a cenar donde Jime, esta vez me quedo a dormir. Esa casa la conozco desde que conozco a Jime, es una de esas casas en las que uno está cómodo aunque tenga años de no estar ahí.

Martes. Qué día más mundano y rutinario. Excepto por los posts de San Valentín celebrando o aborreciéndolo, fue un día como cualquier otro. A mí San Valentín nunca me ha hecho mucha gracia en particular, soltera o emparejada me da como perecilla. Lo único que me levanta roncha del día es cuando la gente le agrega el y la Amistad después de Feliz Día del Amor. ¿En serio van caer en eso? Sí, muy bonito el día para los que creen en celebrar el amor un día en particular el año, pero mi teoría es que en algún momento alguien se dio cuenta de que estaban dejando por fuera a todo el mercado soltero y a los amores no correspondidos y le zamparon eso de y la amistad para poder venderles flores, chocolates y demás culeoladitas a ellos también. A mí el día me pela.

El miércoles recibo a dos CouchSurfers, mis segundas huéspedes. Dos chavalas super interesantes y buena gentes. Vamos por una birra, conversamos sobre el mundo, la sociedad, viajar y el matrimonio gay, después se tomaron sus fotos con Alicia, intercambiamos blogs, perfiles de facebook y referencias positivas y cuando se van el jueves me quedo otra vez con la sensación de que soy una imbécil por no estar recorriendo el mundo.

No sé qué pasa el jueves. Después de que las gringas se van me quedo como en blanco el resto del día, tengo un vago recuerdo de haber visto la comparecencia de Figueres ante la Comisión Investigadora de Gastos Públicos y no se qué, que todo fue un circo mediático y político y que tengo un par de punzones en el hígado porque desde ya sé que Figueres se va a volver a lanzar a presidente -con minúscula- y muchas bestias van a votar por él, otra vez esa sensación de que algo malo va a pasar y lo voy a ver suceder en cámara lenta, como cuando ganó Bush, como el TLC, como Arias reelecto. Gracias, muchas gracias, Arias por abrir la puerta para que nos vuelvan a robar los mismos presidentes del pasado, sos una desgracia para tu pueblo, vos.

En la noche lloro dos horas por todo y por nada. Me lavo la cara, me maquillo y me obliguo a salir. La salida del jueves estuvo bizarra -y no sólo porque Jime llegó al Stein-, la música fue diferente, el lugar se llenó de gente diferente a la de costumbre, cantamos dos canciones que nunca habíamos cantado, hablé y bailé con un chavalo que claramente estaba interesado pero nunca se atrevió a pedirme mi número o mi facebook, nos fuimos temprano -bueno, antes de que se terminara-. Saliendo de ahí, Ele y yo reputeamos porque Taco Bell no abre tarde los jueves y me hace gracia que ella se de cuenta de que tenemos más en común de lo que pensaba.

El viernes cuando me despierto donde Ele me doy cuenta que por segunda vez esta semana duermo en una casa ajena y que sueño con la mañana cuando me levante. El día laboral se va volado y sin mucho burumbúm. 

El highlight del día es el cumpleaños de Nacho, es el mayor de mis sobrinos hombres y está enorme y lindo. Esas pecas me encantan, mi macho precioso es super dulce y se parece mil a su papá. Yo quiero saber cómo es que mis hermanos han tenido tanto chiquito tan perfecto, uno pensaría que la genética no puede tratar tan bien a una familia pero mis sobrinos son todos simplemente hermosos.

Hoy no me siento bien y me quedo en la casa, debería de estar ordenando y limpiando pero estoy escribiendo. Ojalá fuera escritoria y pudiera dedicarme a eso. Ojalá mi loquero dejara de cancelarme, necesito que me regañe y me diga qué putas pasa. No sé qué estoy haciendo.

En la noche vuelvo a dormir en Chepe -tres veces en una semana, tal vez debería de devolverme a vivir para acá-. A lo mejor mañana me cambia el humor.

m.

No hay comentarios:

Publicar un comentario