Mentira

No para de llover. Me hacés falta.

Otto Gatto está acurrucado a los pies de la cama. Alicia encuevada en su madriguera. Yo quería seguir en la hamaca pero me dio frío. O me abrigaba y me quedaba allá o me venía para adentro, la decisión se tomó sola en realidad.

Tengo 24 horas en una conversación que no se acaba y estás tan presente. No quiero extrañarte, me da mal humor. Me pongo chichosa y se me antoja contarte de mi mal humor.

No me da la gana extrañarte más.

Quiero que me distraiga. Le pido que me pregunte cosas: ¿qué más querés saber de mí? Yo sí que no soy misteriosa, tan sencillito leer este blog y saber quién soy. Ojalá fuera tan facil con los demás.

Qué pereza andar descifrando, adivinar, no tratar de analizar compulsivamente qué significaba cada babosada que me dicen. No me da la gana hacerlo más. La gente a veces es bien idiota, pero ayúdenmeme a decir idiota. 

Me emputan las promesas huecas.

Cambié las sábanas, me encanta el olor a sábanas limpias. No es a jabón de ropa, es a sábana recién lavada, es como ese olor a carro nuevo que no es a plástico ni a tela, es a nuevo. Pos mi cama huele a sábanas limpias.

La rutina de los lunes frente a la tele: plancharme el pelo, hacerme las uñas, playaditas de nena. Otra vez tomar la decisión consciente de dormir en el medio de la cama. No, dejá de hacerte a la izquierda, dije que al medio por la gran puta.

Y me vuelve a dar chicha. No me da la puta gana extrañarte. Jueputa sal. Nadie necesita escucharte decirme Márgara, ni abrazarte, ni la familiaridad de tu presencia.

Andáte para la mierda.

Y bueh, la mitad de esto es mentira. Yo sabré.

m.