miércoles, 29 de junio de 2011

Mis conciertos

Yo nunca fui una buena fan de la música. Nunca he andado detrás de la música vanguardista ni progresiva, a veces ni me doy cuenta de que existen grupos nuevos o tendencias musicales. Fó les puede confirmar, lleva años vacilándome por estar estancada en mi música ochentera y noventera y porque posteo las mismas canciones viejas en facebook. No soy como él que con sólo escuchar una banda nueva les puede hacer la lista de influencias.

He ido a mi par de conciertos, sobreviví el de Aerosmith del '94 que fue mi primer concierto grande y fue legendario más por el miedo de morir aplastados por el tumulto que por la presentación –el audio no era una prioridad en esas épocas–. Todavía me acuerdo de las portadas de los periódicos del día siguiente con fotos de las montañas de cosas que dejaron perdidas: zapatos, gorras, ropa, de todo. Y claro, tratando de salvar la vida a nadie le importa dejar alguna jacket por ahí perdida.

El problema fue que los organizadores no organizaron mucho el asunto de la seguridad, me acuerdo de estar esperando en una de las dos filas en media Sabana y de repente la gente empezó a correr hacia la puerta, nunca supe por qué, pero todos corrimos detrás de los demás y ¡saz! estábamos todos pegados a los portones como ganado. Era tanto lo apretados que estábamos que me acuerdo que podía levantar los dos pies y me quedaba en el aire sostenida por la presión de la gente alrededor mío.

Habían dos topes de cemento en el suelo a los varios metros frente a los portones, sospecho que para evitar la entrada al –desaparecido– Estadio Nacional de algún carro o camión. La cosa es que si juntamos el tumulto, que nadie podía ver el suelo, que nos movíamos por la presión del molote, que nadie se daba cuenta del tope que había en el suelo, pues tenemos una trampa segurita. A Rocío se le quedó pegado el pie en el bendito tope y el molote la iba empujando hacia adelante y por lo tanto abajo, yo la vi ir bajando con una cara de asustada que nada más empecé a gritar y volar manazos a todos alrededor de ella. Su novio de aquella época fue el que se consumió para sacarla de ahí y por supuesto perdió la gorra en el rescate. Yo estoy casi segura que algo así tiene que haberle pasado al pobre muchacho que murió ese día.

Por eso insisto en que ese concierto lo sobreviví. Llegamos a la casa con lodo hasta las rodillas pero felices de haber escuchado en vivo a un grupo grande, de esos que en esa época era un sueño pensar que vinieran. Después de ese concierto se pusieron más estrictos con la seguridad de los espectáculos públicos.

Casi casi voy al de los Derechos Humanos en el '88 porque mi mamá estaba metida en algo de la organización, no sé en qué, pero al final decidió no llevarme porque estaba muy chamaca. Habría estado backstage con Tracy Champan, Sting y el jefe todos en un mismo lugar, no quiero ni pensarlo.

Yo nunca tuve mucho talento para la música, cuando tenía cinco años estuve en violín con la Sinfónica Infantil, pero duré sólo un año y cuando intenté volver ya adulta fue muy frustrante, al mes todavía sonaba a gato chillón y lo dejé –otro de mis proyectos abandonados–. Lo mío son las artes visuales, mi fascinación con el arte tiene todo que ver con mi ojo biónico detallista y obsesivo –el izquierdo–, les puedo decir si algo es simétrico o está balanceado o recto casi que mejor que medido con regla y a veces cuando veo algo simplemente me enamoro, puede ser una pintura, una foto, una escultura, una tipografía, un patrón de tela o papel tapiz, lo que sea. Y es que siento una paz como si el mundo de repente tuviera sentido y me nace una admiración profunda por la creatividad humana, por la habilidad de algunos de dejar una huella con colores o sombras o una cámara o un programa de compu. Y no entiendo cómo hay gente que ven cosas así y no se dan cuenta de la maravilla que tienen en frente. Debe de ser igual para los músicos que no entienden mi oído mediocre.

Entonces nunca he entendido mucho de música, para mí eso de crearla de cero es un proceso que no entiendo y no puedo ni concebir. Es como magia negra, no sé. Entonces les puedo decir que me gustan ciertas canciones o grupos pero no espero que nadie respete mi criterio porque no es mi especialidad, es sólo mi gusto particular y me lo pueden discutir y desarmar cuando quieran.

Pero de los mejores recuerdos de conciertos que tengo es de los de Alux Nahual. Venían un par de veces al año y Valky y Carlitos nos llevaba a Rocío y a mí a todos sin falta. Nos sabíamos todas las canciones y si salía un disco o cassette nuevo lo comprábamos o alguien nos lo grababa. Yo tenía cansada a Rocío por estar escuchando siempre la misma música de ellos, o sea, a ella también le gustaban pero no era tan necia como yo y bueno, compartir cuarto nunca es fácil.

No es cuento que un par de entradas me las gané en concursillos en la radio y esas poladillas que uno hace a veces.

Y ahora se me ocurre que ser fan de algo le da a uno cierta identidad, te relacionás con ese algo de una forma en que sentís que pocos lo hacen, que pocos entienden y te sentís especial por reconocer lo especial que ese algo es, y en realidad es fácil satisfacer esa relación: vas a un concierto, comprás un disco o una película, etc. En la adolescencia sentir que tenemos una identidad es difícil, tal vez es por eso que necesitamos ser tan explosivamente claros con nuestras aficiones y llenamos el cuarto o los cuadernos de fotos de eso que nos gusta tanto.

Entonces, caracolito, me encantaba ir a los conciertos de Alux, sentía que me cantaban a mí –junto al otro montón de gente, yo sé–, me encantaba saberme todas las letras y cuando tocaban alguna canción que tenía rato de estar pidiéndoles a gritos tenía que cantarla con más ganas que las demás. Los conocí una vez en una rueda de prensa o una actividad ni me acuerdo dónde, pero fui y me presenté y le dí un collar con dije de cuarzo a Ranferí –no pregunten, era adolescente–. Varios años después me enteré que estaban en el pool de la esquina de mi casa y oooobviamente fui a saludarlos. Ay, la adolescencia.

Se desintegró el grupo y me rompieron el corazón. Pero de vez en cuando y en ocasiones especiales arman un concierto y en un par de meses tocan acá y ando con un ataque de nostalgia terrible. Pues ya me hice un playlist en mi iPod y ahora a calentar. Aunque, no crean, todos estos años después todavía me sé las canciones.

La única otra vez que sentí lo mismo yendo a conciertos fue con ESimple, sólo que esos no eran conciertos, eran chivos. El primer chivo de ESimple al que fui Abidán me llevó casi que del pelo, fue completamente el compromiso de ir a ver tocar al compa bajista –ay, la pereza–. Pero ve vos qué cosas, ¡los maes tocaban muy bien! Y me hice fan como hace años no me sentía fan de nada. Después empecé a trabajar con ellos –aunque no exista ni media foto o documentación al respecto– y no me perdí un solo chivo más. Qué tuanis haber sido parte de algo que a uno le gustaba tanto. Esos también se desintegraron y hace rato ando con un antojo terrible por oírlos en vivo. Hasta traté de usar su deuda moral conmigo para que armaran una reunioncita, pero quién sabe para que aflojen.

Insisto, el proceso creativo para crear música me parece un misterio, pero qué tuanis eso de sentirse fan de algo.

Y mientras escribía esto desempolvé mi musiquilla de ese par de grupos e hice un festival de nostalgia enorme. Ya quiero que sea Agosto y volver a oír a Alux.

‘nas noches,

m.

1 comentario:

  1. ay mija!!! como disfruto leyendote aunque en eso.. ahi si que tnemos historias distintas: En mi vida la musica -o los musicos- ha sido una constante y realmente ha marcado mi vida. La musica ma ha revoloteado por todas partes.
    Me acuerdo perfectamente de Alux y de que les conseguia posters y cosas relativas a la musica de moda de esa epoca.
    Una no tiene que saber o hacer musica para que le llegue verdad?
    A mi sencillamente la musica se me mete dentro y tanto asi que creo que cuando uno se muere (en mi caso, creo ) una se convierte en musica, o al menos en ese estado superior donde ya ni pensamientos hay... eso, musica, eso.... te quiero mucho mijita, me encanta lo que escribis, gracias

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