sábado, 8 de octubre de 2011

En mis sueños

Me soñé con vos.  Es la segunda vez pero esta fue mejor que la anterior.

En lugar de haberte ido para la playa en Semana Santa nos fuimos todos para una finca, se parecía mucho a la casa donde fuimos el año pasado en La Pita, pero el terreno era más grande, por eso se sentía como si fuera una finca.  Todos estaban en la casa y vos y yo estábamos sentados en una terraza, sólo vos y yo, hablando sobre cualquier tontera.

Yo sabía que estabas muerto, era como si hubiera vuelto en el tiempo a verte.  Pero no te morías en el mar si no en un accidente de carro que pasaba ahí mismo cuando te fuiste a comprar algo o no sé.

Y mientras hablábamos estaba pensando en cómo hacer para que no te fueras sin decirte que te ibas a morir porque uno tiene esas ideas de las películas y de todo lado que no debería de alterar el pasado, pero ¿qué putas? ¿quién tiene la oportunidad de evitar la muerte de su hermano y no va a interferir? ¡jodás!

Entonces te abracé fuerte.  Vos te extrañaste al principio porque estabas hablando y yo sólo te interrumpí.  No dijimos nada por unos segundos pero entendiste que necesitaba un abrazo tuyo y me abrazaste de vuelta -no como el sueño pasado que me dejaste guindando-.  Sólo te pedí que por favor no salieras y me preguntaste por qué.  No sé si te dije algo como porfa no te me murás o la gente no se debería de tener que morir, algo así, no sé.  Y te asustaste pero seguiste sin soltarme.

Me quedé tranquila porque no te ibas a ir.

Algo más hablamos y me desperté.  Y te extrañé como siempre, y me quedé con el sinsabor de que nos abrazamos pero nunca es lo suficientemente fuerte, ni lo suficientemente largo, ni lo suficientemente real.

Y la vida se volvió una película extranjera sin subtítulos, y todos los días salgo a la calle pensando en vos y en qué putas habrá pasado y dónde estarás.  Y por culpa tuya me volví la loquita que no sabe cómo controlarse y llora calladita detrás de los lentes oscuros en el bus.  Y seguís asomándote en todo lo que escribo aunque trate de pensar y escribir sobre otras cosas.


No debería de tener que extrañarte, Varito.

Y ahí voy, todos los días tratando de funcionar pero sin entender un carajo de lo que siento o de cómo debería de seguir el cuento después de acá.  Sin sentirme segura, sin sentirme sola pero tampoco acompañada, sintiéndome un fraude porque todos creen que soy tan fuerte y a veces no puedo ni respirar de la falta que me hacés.

Te quiero mucho,

m.

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