domingo, 31 de julio de 2011

Rinse and Repeat

Hay días en que acordarse de Varito duele más que otros. No se trata de que a veces me acuerdo y a veces no.  No.  Todos los días sin excepción pienso en él.  A veces siento un calorcito en el corazón por los buenos recuerdos, pero siempre SIEMPRE duele, unos días más que otros.  Lo inevitable es el punzón profundo por la ausencia que acompaña el calorcito de los buenos recuerdos.

Aprender a vivir sin mi hermano es fácilmente lo más duro que he tenido que hacer, lo más doloroso y difícil.  Y los que me conocen saben que nada en mi vida ha sido fácil, por más que ahora lo parezca y por más que la mayoría de las pruebas hayan sido superadas y archivadas, nada ha sido fácil.  A veces sospecho que esa es mi lección en esta vida, aprender a superar, a luchar y vencer, seguro en la anterior todo me cayó en el regazo y no lo aprecié, quién sabe.  Pero en la próxima me merezco nacer gato chineado de familia acomodada.

Mi hermano no está más.  A veces no suena a verdad y estoy esperando despertarme o que vuelva de un viaje o algo por el estilo, de verdad uno cree que esas cosas sólo le pasan a los demás.  A veces lo hablo como si no fuera conmigo, es menos difícil.

Quiero verlo, quiero un abrazo de los que huelen a él, quiero rascarle la espalda, que se siente a mi izquierda en la mesa y juegue a embarrarme tonteras en el brazo, vacilarlo por hablar murmurando y que se ría.  Quiero decirle que estoy bien y que no se preocupe más por mí, pasó los últimos meses muy preocupado.  ‘uta sal.

Uno aprende a vivir con el huequito en el corazón, con la tristeza como si fuera parte de uno.  Todos los días encuentro algo por qué reírme o pasarla bien con alguien, tener conversaciones bonitas y alegrarme de estar viva, pero esa tristeza ahí está y siempre va a estar, dicen los conocedores que no se supera nunca, sólo nos acostumbramos a ella.

El viernes salí con Ele y Migue, el plan era ir por un par de birritas y ver a Fó que iba a poner música, allá me topé a Erica y Caamaño, la conversa con esos cuatro siempre es interesante y tenía rato de no ver a los dos últimos.  Fó está poniendo música en diferentes bares desde hace años y nunca lo había ido a ver y pos ya tocaba, digo, quince años de conocernos y la música es lo suyo, manda que no lo hubiera ido a ver poner música antes, shame on me.  Ya me había hecho la idea de pasarla tuanis y volver a media noche o algo así, lo normal.  No conté con que no es por nada que Fó y yo somos amigos, la primera conversación que tuvimos duró horas de horas y parte del click que hicimos fue nuestro vergonzoso y al mismo tiempo desfachatado gusto por la música ochentera –antes de que fuera retro y lo retro fuera cool–.  Bailé como tenía años de no hacerlo y la pasé inesperadamente bien, ayer amanecí con goma de contentera.  Gracias, Fó, sos un genio vos y parte de esa contentera fue verte feliz en tu charco, estabas que brillabas.

Entonces, caracolito, mi vida continúa.  Funciono, como, duermo, trabajo, socializo, me maquillo y me pongo guapa para mí, a veces me encuevo y a veces me echo a la calle.  Pero todos los días pienso en Varito, todos los días algo me lo recuerda y siempre se siente diferente.

Varito y yo no teníamos la mejor comunicación del mundo, él no era muy comunicativo que digamos, al menos no todos los días o en la forma tradicional, pero no dejamos nada pendiente por decirnos.  Yo sí soy de decir las cosas sin pensarlas mucho y él sabía lo orgullosa que estoy del hombre y papá en que se convirtió.  Lo que me pesa es no haber sacado más tiempo más seguido para verlo, no haberle hablado más cotidianamente, todos los días lo veía logueado al messenger y casi nunca chateábamos ni nos llamábamos muy seguido.  En mi familia hay como una cadena de llamadas implícita que seguíamos cuando nos teníamos que poner de acuerdo para vernos y casi nunca me tocaba a mí llamarlo.  Él fue el único de la familia que me vio fumar a principios de año, un día pasó por mí a terapia y camino a su casa pasamos por comida china, mientras esperábamos nos echamos una birrita y nos fumamos un cigarro juntos, no me regañó y hablamos bonito, como adultos, como hermanos.  Alvarito entendía y no juzgaba.

Él alguna vez sintió la necesidad de disculparse por cómo me trató cuando éramos chiquitillos.  Qué varas, le pesaba haber sido muy duro conmigo y un día de la nada se sentó a explicarme y disculparse, y a mí todo eso me sonaba rarísimo porque según mis recuerdos yo era la hermanilla menor que jodía y jodía y se ganaba que me echara del cuarto de él o que se enojara conmigo por pega y necia.  Según yo no tenía nada qué perdonarle a él pero él sentía que sí.  Por dicha lo aclaramos y lo dejamos en paz.

La última vez que me llamó fue porque andaba perdido buscando el Club 212 en San Joaquín, se enteró que uno de los Ramones estaba ahí y quería ir a verlo y a lo mejor yo sabía dónde era, pero no, nunca había ido y no sabía cuál era, resulta que está cerquísima de mi casa y ahora no puedo pasar frente al club sin pensar en esa llamada.

La última vez que nos vimos fue para el cumpleaños de Sarita, el 6 de abril.  Habría sido el 17 para el cumpleaños de Tati pero yo estaba con gripe y no quise enfermar a mis sobrinos bebés ni a mi abuela que un par de semanas antes había tenido un pre-infarto, entonces tenía casi un mes de no verlo cuando se desapareció.  Nos íbamos a ver el Sábado Santo para almorzar y que conociera a Mauricio, nuestro recién encontrado medio-hermano, Mau estaba conmigo cuando mi mamá me llamó para decirme que no había salido del mar.

Alvarito fue el primero en darse cuenta de las mentiras de Luis, lo vio llegar a marcar al apartamento cruzando la calle de su oficina mientras por otro lado a mí, cuatro días después de separarnos, me explicaba su crisis personal, me decía que claro que me amaba y lo que sentía por mí era enorme, que yo era la mujer de su vida, la mujer perfecta, la esposa perfecta, sería la mamá perfecta para sus hijos y que tenía pavor de perderme para siempre por sus miedos y por pendejo, que él no se merecía a alguien como yo y que le había dado demasiado –bueno, lo último no era mentira–.  Ese mes que me arrastró a su caos emocional Varito lo vio varias veces donde la chamaca y lo quería destrozar.

Y no me dijo nada para no hacerme daño y lo adoro por eso, mi hermano mayor me protegió y me cuidó como mejor supo.  Pasó esos cinco meses preocupado por mí y ahora necesito decirle que estoy bien y que no se preocupe más.  Me cuesta mucho pensar en esos últimos meses sin detestar más a Luis por robármelos, por robarme mi última Navidad y fin de año con Varito.

Ahora el mundo es de otro color, Alvarito me dio perspectiva.

Y de paso me nació una necesidad casi compulsiva de decirle a la gente que quiero lo importantes que son para mí y lo orgullosa que estoy de ellos, más que antes porque siempre he sido una pega melodramática.  Pero también soy más definitiva con la forma en que me relaciono con la gente, algún día les explico esa parte, pero la versión sencilla es que la gente viene y se va, los que te aprecian se aseguran de quedarse.  Es tan importante dedicarle tu tiempo sólo a gente who gets you.

Con mi familia es complicado, nos decimos cuanto nos queremos más seguido, pero ese te quiero mucho que siempre hemos usado ahora en silencio y entre líneas lleva el por qué aprovechamos cada oportunidad que tenemos para decirlo, es como si terminara en un y me alegro que todavía estés.

Hace un par de años tuve que hacerme unos exámenes médicos que me asustaron mucho, cuando todo salió bien me senté a contarle a mis hermanos, ese día llegué toda mareada a donde Varito porque Dorian manejó como burro todo el camino, y mientras contaba el cuento como los cuentos yo: largo y en orden, no me fijé que Varito se iba preocupando y que al final tenía los ojos aguados.  Me preguntó ¿pero entonces estás bien?  Y le dije que sí y que fue sólo un susto y de repente me cayó la peseta del cuadro, me vio llegar pálida y descompuesta y empecé a hablar de doctores y pensó que le estaba dando una mala noticia, qué bestia yo.  Nos abrazamos, le pedí perdón por el susto y nos quedamos acurrucados un ratico en el sofá de él.  Esa es una de las imágenes recurrentes cuando pienso en cuánto me quería mi hermano, y de paso me alegro que él no haya tenido que pasar por estas, no habría aguantado.

Ayer vi unos romeros y me acordé de que durante la búsqueda, dentro de mis intentos desesperados por negociar lo que estaba pasando le prometí a la Negrita que si mi hermano aparecía este año iba de romería.  Vi a esa gente caminando con sus promesas cumplidas, con su fe y agradecidos de que la Negrita les echó una manita, y por dos segundos me alegré por ellos, pero después me llené de chicha porque habría dado cualquier cosa por tener una promesa qué cumplirle. 

Ya pasaron tres meses y se siente como si fuera toda una vida y como si hubiera sido ayer.

Nunca voy a dejar de extrañar a Varito.  Así son mis semanas ahora, funcionando, echando pa’lante, extrañando a mi hermano, reconstruyéndome, comiendo más saludable, durmiendo bien y a veces mal, metiéndome a yoga, acordándome de quién soy sin la influencia de un novio que estorbe, cuidándome, extrañando a mi hermano otra vez, disfrutando las cosas pequeñas y grandes, encuevándome y almorzando gelatina con leche en polvo en calzones cuando me da la gana, saliendo a comer rico con amigos, tomando café con amigas, haciendo amigas –cosa más rara–, apoyando a quien salga de un quiebre o un duelo, escribiendo, retomando control de mí misma.  Rinse and repeat.

‘nas tardes,

m.

4 comentarios:

  1. Que bien Meme, a ver si vamos a oír al Fo en enero y bailar otra vez juntas como hace muchos años.

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  2. pos si, cuando vengás tenemos que hacer una reunioncita, ojalá con bailongo incluido :)

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  3. Este fín de semana lo extrañe mucho. Fuí a la playa donde mis suegros pero por primera vez en mucho tiempo, me fuí a relajar (mientras espero los comentarios de mi comité de tesis). Pensé que él había dicho que talvez me venían a visitar este verano. Pensé que el plan era que le enseñara a mis hijos a surfear. Que finalmente hay más campo en la casita de playa para que se quedaran más cómodamente. Que finalmente voy a tener un trabajo de tiempo completo y pues las cosas deberían empezar a ser más fáciles. Me acuerdo que la última vez que lo ví, cuando me llevó al aeropuerto, le dije "Nos vemos en Julio?" Y me dijo, " No sé, vamos a ver". Me acuerdo que me chocó en el momento. Pensé para mis adentros, "Diay Varo, yo sé que todo depende de la plata, pero decíme que sí para quedarme tranquila..." Pero me quedé tranquila porque al menos me fué sincero... Le dije que se cuidara porque sabía que él y Sofi iban para la playa. Yo estaba más preocupada por la carretera que por el mar, siempre muy pendiente de lo que es estadísticamente más peligroso...
    Este fin de semana, me alegré cuando me acordé que al menos hice bastante con él. Cuando vino la última vez me escapé de noche con él y Mary para Atlantic City... talvez tonto pero me alegré de que las últimas veces que estuve en Costa Rica fuímos con el en su peregrinación dominical a la feria del agricultor de Tibás. Me alegré de que tuve conversaciones serias con él. Me alegré de que no había nada pendiente. Pero pucha cuanto lo extraño! Llegó agosto y no vino...

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  4. Me tope esto por aca. queria dejarte un beso en la frente. super conmovida. gracias.

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