domingo, 29 de abril de 2012

Cosas de hoy

Abri los ojos y era temprano.

Hice pan por tercera vez. Hoy le puse romero y lo dejé menos tiempo en el horno, quedó más rico y suavecito. La próxima pruebo con queso.

No fui a la playa, ningún plan me salió este fin de semana. Cochinada.

Vagabundié en mi hamaca, es mi nuevo spot favorito de la casa. Estoy haciendo loquesea y sin darme cuenta me vuelvo a acomodar en la hamaca. Me llama, la cabrona.

Otra vez me agarró de noche sin terminar de limpiar la casa. Me huele a que otra vez limpio la casa, me baño largo e hirviendo y me meto a mi cama con sábanas limpias. Son los pequeños placeres mundanos. Felicidad.

No doblé la ropa, oooootra vez. ¿Alguien que me venga a doblar la ropa? Yo les pago. No es tanta, sólo dos sillones. Me da pereza. No sean así.

Escribí todo el día. Nada de valor, sólo tonteras. Probando estilos. Hasta empecé uno en inglich, cosa más rara. Ahí veré qué publico aparte de esta lista.

No pinté mi cuarto, mierda. Me dio el impulso ayer en la mañana, pero tenía visitas que al final me cancelaron. Ya lo habría terminado y sería feliz sin este blanco que detesto. Cuánto lo detesto.

Desde la hamaca vi a mis dos mascotas +1 vagabundeando conmigo, jugar a corretearse en el zacate, echarse al sol o debajo de la hamaca y estar pendientes de mi para seguirme a donde sea. Pegas que son. <3.

Volví a agarrar un libro y esta vez sí leí más de un capítulo. Hace rato no leía nada impreso.

La cabeza me dio vueltas un rato, mala escogencia de libro. Hoy no era el día para leer sobre duelos. Lo cerré de golpe y volví a la compu. A escribir.

No vi a nadie. Después de no ir a la playa se me quitaron las ganas de ver a nadie. Así que nadie vino. Nadie se fue. Fin de semana hermitaño. Rico, pero me huele a que esta semana voy a pasar en la calle. El balance, que llaman.

Le grité a Milú un millón de veces que dejara en paz a Otto Gatto. A Otto le grité otro millón de veces que no fuera tan insoportable con Milú. Y sólo por costumbre mandé a Alicia a la cama un par de veces. Di, la costumbre. Perdón, enana.

Se me quitaron las ganas de hijos.

Mañana tengo visitas para desayunar. Mierda, de verdad tengo que acomodar la casa.

Detesté el nuevo estilo de blogger. Me cae gordo. Gor-do.

Pensé. Un buen rato. Pensé en cosas buenas. De repente en malas y la cabeza me volvió a dar vueltas. Qué pereza con la mente ociosa.

Replantié estrategias, planes, sueños, futuros inmediatos -los lejanos ya me dan pereza-. Es hora. Ya toca. ¿Me voy? ¿Me quedo? ¿Qué me hago?

No salí de la casa. Tuve intención de ir a ver el gym nuevo, de ir a hacer super para seguir cocinando ahora que me acordé que me gustaba y hasta pensé en ir en carro irresponsablemente y sin licencia. Pero no, nada. Me quedé acá. Igual tengo cosas para desayunar y una ensalada. Y atún, también tengo atún.

Dejé ir. De corazón dejé ir. Nada de apegos, ni ansiedades, como me propuse hace rato. Es como debería de ser.

No prendí la tele. En vez de eso oí radio todo el día.

Me antojé de algo dulce. No tenía nada dulce en la casa. Me lleva la trampa.

No me hice las uñas, ni me puse la gorra nutritiva en el pelo, ni me saqué las cejas, ni me planché el pelo, ni me depilé las piernas. Todos los fines de semana el mismo cuento: lista de cosas de nena para chinearme y nada. No se logra. Me termino sacando las cejas a la carrera en la oficina a media conference call, me limo las uñas mientras la compu prende sin chance para esmalte y no hago nada por rescatar este pelo de loca que además pide corte hace meses. Las piernas me las depilo cuando me pongo vestido y el pelo me lo plancharé mañana para salir en la noche.

Hoy no se decidió a terminar de llover. Llovió como sin ganas, como mi día, empezó como con un fuerzón y se quedó en pura hablada. Pluvius interruptus.

No lloré. Sí tuve ganas un toquecito, pero nel. Pura paja, como mi día.

Mañana debería de irme a trabajar a la porra. Todo bien mientras la porra tenga internet. Dos días en la casa conmigo misma los puedo disfrutar, pero ya tres la casa se me va a hacer insoportable y nadie se va a dar cuenta cuando me vuelva loquita. Necesito ver a otro ser humano, hablarle a alguien. 

Ah sí, que vienen a desayunar, qué necedá conmigo.

Y bueh, igual mañana es otro día y sigo de buen humor.

m.



3 comentarios:

  1. siempre es bueno tener en la casa un rollo de pasta de hojaldre (acá los venden en el super, allá supongo q también), lo abrís, le ponés azúcar y canela y almendras picadas si tenés, lo enrollás de nuevo, lo cortás en tajadas, si tenés leche condensada le ponés un poquito encima, metés los rollitos (q son más bien como espirales) al horno y tará: rollitos de canela!! superdeli como dice mi hijo...

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  2. cha chaaaan.... la mamita puede ir a doblar ropa cuando queras.
    Vieras lo util que es tener siempre miel, porque canela si tenes verdad? pues pan con miel y canela o azucar y canela y sabe riquisimo.
    Pasar el dia asi sin mucho que hacer, estar en el espacio que queresmos y como lo queremos es un derecho adquirido.... y estar una con una misma, una maravilla cuando se es la mejor compañia y... para siempre
    un abrazo apretao

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  3. Ja ja ja... Me he "rido"... A mi me gusta doblar ropa viendo tele u oyendo el radio... Eso si, pasan dos semanas antes de que pueda sacar el rato. Yo tengo varias torres de ropa limpia doblada y lista para guardarse, pero no tengo campo en las gavetas... El clima está tan raro (calentamiento global-cambio climáatico) que no se pueden guardar las suéteres todavía...). Gracias por la ventanita a tu cabeza, se parece a la mía...
    <3

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